Así no querría haber empezado el mes, ni el año ni el decenio. El día uno de este pasado mes fuí a Cartagena y estuve con otras compañeras de carrera. Nos encontramos y no queríamos vernos allí ,no queríamos estar despidiendo a una de las nuestras y esta vez para siempre. Alguien joven ,cómo jóvenes nos vemos todas nosotras pasados en poco más o menos todas los cincuenta. Nos conocimos hace treinta y tres años, vivimos tres intensos años de estudios y trabajo empezando a practicar lo que considerábamos una vocación,pues si no,es un trabajo difícil de llevar. Y ahora, nos van faltando y es demasiado pronto para eso. Hace unos años se fué Virginia, a últimos de Agosto Ana María y con pocos días de diferencia, Isabel María se marchaba. Y allí estábamos sin querer despedirnos de nadie ,ni siquiera entre nosotras. Aquellos felices aunque complicados años ,estaban continuamente presentes ,han seguido estando afortunadamente, y esa rabia que teníamos en esos momentos de despedida , nos los mostraban más vívidos aún. No queríamos decir adiós, a nadie, a nada. Sólo ,aunque con mucho dolor, queríamos mantener las sonrisas que tanto llenaron aquellos días y que son el revulsivo que necesitábamos ese día, ese primer día de Septiembre, ante unas flores para ella.
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