Ayer mi hijo aprobó el carnet de conducir. Ahora ya podrá salir a la carretera, irá intentando aprender a manejarse por semejante jungla y a intentar respetar un orden que deviene en caos a nada que se junten unos pocos de más en cualquier momento, en cualquier vía. A mí me da cada vez más no miedo y sí mucho respeto, me voy volviendo más y más prudente porque me parece que moverse en coche hoy en día es un acto que merece encomendarse a todo aquello en lo que uno crea. Tanto en la ciudad, cada día a punto de explotar con tantos vehículos que ya no hay donde meter a veces, con calles atestadas y colas inacabables; o, con carreteras que dejan la paciencia desaparecida o casi y no hablo de las grandes sólo , más de las secundarias, , las de corto y duro trayecto diario. En fin, ahí va a meterse este nuevo conductor y voy a intentar ir con él cuánto pueda más que nada por no ir yo al volante, que ya estoy cansada no de conducir en realidad, sí ,de pelear con tanto individuo vacío de cualquier signo racional.
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