jueves, 15 de noviembre de 2007

Mil campanas

Mil campanas
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Somos complicados; humanos, va unido a la h el serlo al parecer. No somos capaces de vivir un momento de un signo u otro sin hacer mil preguntas a la nube que pasa sobre nosotros en ese momento. Y lo más rebuscado de todo , hacer esas preguntas, cuándo el momento no es malo, es más que bueno por contra. Pero no, eso sería demasiado fácil, no buscar los tres pies del gato, o cuántos sea que haya que buscar.
Lo más sensato, lo adecuado, es lo más simple realmente. Vivir , no enredarse en enredar la enredadera de nuestros enredos. Y ahí es dónde entramos nosotros, estropeando o al menos, dándole un matiz negro-negrísimo, a lo que está blanco cómo la leche esta carísima de estos dias. Las situaciones, las personas, los hechos, son los que hay, y además están perfectamente alineados en ese cielo que nos envuelve , luego, cómo en un silogismo básico, lo único que procede es disfrutar el hoy, aquí, nosotros. Sin más. Dejar los errores que ya tienen mayúsculas por la solera que les da el tiempo que duran o duraron; dejar las preguntas bajo siete llaves en el baúl más escondido, para que sigan allí por los siglos de los siglos, total , no tienen respuesta coherente muchas de ellas. Dejar los lutos en el armario, y sacar los malvas, corales, rosa-fucsia a pasear bajo el sol, o la lluvia depende. Decorar la fachada alegremente, tirando los trastos inservibles e inútilmente guardados , dejando sitio a muebles que no estorben, sino que nos permitan apoyar el libro que leemos, la música que queremos escuchar a la vez.
Si toca ahora estar muy bien, pues a estarlo. Y se acabó, ahora mismo, ya, tanto calentamiento de cabeza teñida barato.

La música : Alaska y Dinarama . Ni tú ni nadie




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