Tenía demasiada tensión y miedo, mucho miedo, que se fué transformando en pánico, conforme se acercaba el momento. Sabía que me estaba equivocando, que no pintaba nada allí realmente, en aquel lugar con aquella compañia y pensando en hacer, lo que iba a hacer. Nada era lo que había pensado tantas veces, lo que había imaginado con tanta intensidad. No elegí bien a quién debía estar conmigo, en un momento tan importante, ni fué tampoco el lugar idóneo, ni las circunstancias eran las mejores. Así, según iban pasando los minutos, más aterrada estaba, en vez de lo relajada, tranquila y cómoda, que no hacía más que oir.
Llegado por fin el momento definitivo, me sentía tensa cómo jamás había pensado estar; no sentía nada salvo un inmenso miedo. No oía nada, salvo balbuceos entrecortados, que no conseguían calmarme en absoluto, más bien, todo lo contrario. Y entonces ocurrió :ya estaba en marcha todo lo tan intensamente deseado, ya estaba pasando, y yo no me enteraba de nada, sólo quería que acabase ese terrible rato cuánto antes. No pensaba desde luego,en ese momento, en volver a repetirlo jamás.
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