jueves, 19 de agosto de 2010

Elogio al abanico

Verano. Veintiséis.

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Se merece este y muchos más .El abanico ,ese sencillo conjunto de madera y tela que en tantas y tantas ocasiones nos alivia esos calores por aquí tan habituales. El que nos ha acompañado toda la vida, ya que siempre hemos tenido uno desde pequeñas.Era un regalo habitual en cualquier edad, y lo sigue siendo ya que no dejas de usarlo nunca. Siempre ahí en esta época de calor,siempre a mano, para recurrir rápidamente a él ,moviéndolo intensamente ; de un lado a otro, de arriba hacia abajo,siempre eficaz. Y algo que es además ligero y sobre todo con una posibilidad de cambios increíble, ya que puedes tenerlo con cualquier diseño, color, precios. Una maravilla de lo más simple y funcional.
Ahora, cuándo ya lo pongo en la mayor de las alturas es en estos meses, en los que ya lo tengo por todos lados ,en cualquier lugar,incluso en el bolsillo del uniforme. Siempre con él cerca porque ahora en estos años en los que la menopausia está queriendo quedarse conmigo es cuándo ya no vivo sin él. Si que habrá remedios mil para ello ,para esos locos calores que te llegan en cualquier momento ,a cualquier hora de día y noche; ahí está fiel siempre, para ayudarte rápida y silenciosamente,salvo que lo agites con mucho ansia que también lo haces. Porque cuándo empiezas a notarte como un volcán a punto de erupción,cuándo a cualquier hora por mucho frio que haga cómo pasó este último invierno tú de pronto crees estar en la caldera de Pedro Botero, allí está él; mientras pasas una mano por tu cara, tu cabeza,te apartas el cabello y resoplas, ahí está él,el abanico ,acompañándote ,calmándote,enfriando ese horno en el que te has envuelto.
Ahora no hay forma de olvidarme de él, vamos que no sé qué haría sin uno siempre conmigo. Maravilla de las maravillas el abanico; mi mayor agradecimiento pequeño compañero, gran amigo siempre y mucho más ahora.

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